sábado, 9 de julio de 2011

Tener sueño, no poder dormir, querer que sea domingo para sentirme en mi hogar, para respirar vida, árboles secándose, escarcha a las 8 de la mañana y recordar a Louis Armstrong en la radio con What a wonderful world mientras me tomo un mate cocido (estos recuerdos me sacan lágrimas).
Momento de catarsis mode on, no aguanto más. Guadalupe, largá.
Julio es una mierda. Amo el frío, amo las bufandas, las narices coloradas y el vaho que te sale de la boca. Pero Julio sigue siendo una mierda. Julio me recuerda una y otra vez lo triste que es la soledad, lo lejos que estoy de mi lugar y más que nada, me dice una y otra vez: Flaca, Federico no está para comer tus panqueques. Hacelos, miralos, dejá que se enfríen, llorá un rato y después tiralos si es que alguien no los encuentra primero, sabés que no vas a poder volver a comerlos.
(Es difícil sostenerle la mirada a unos panqueques preparados por inercia y poco amor, no estoy loca, juro que es jodidamente difícil).
Your heart is a grave to be perfectly honest. No estás.
Me quiero ir lejos, quiero estar en casa, no poder bañarme a la mañana por las cañerías congeladas, mirar a través de la ventana de la cocina y ver todo blanco por el rocío congelado. Quiero no tener que preocuparme en sacar adelante a mis amigos, quiero preocuparme porque nadie me saca adelante a mí. Carajo, estoy sonando como una maldita emo. El frío te hace sensible. Dale Guadalupe, largá. JULIO ES UNA MIERDA. LAS NOCHES DE JULIO SON UNA MIERDA. De día soy contenta, de noche apesto, por las tardes me transformo y a las madrugadas soy nada más y nada menos que... esto.
El tic-tac del reloj de la cocina me está martillando la cabeza, me queda sólo un cigarrillo, mucho café en la cafetera, mucho cansancio, poco sueño, ganas de abrazarlo, un sólo cigarrillo, dedos congelados, tic-tac, ojos que arden, martillazos en la cabeza, un sólo cigarrillo, tic-tac, tic-tac, tic-tac. Cerrar los ojos (sé valiente, sé fuerte, vos vas a ser hermosa amada y mía siempre). No estás.
Y froto mi cara con mis manos frías y miro un poco alrededor, a ver si noto algo nuevo, si me dan ganas de leer algo de esa biblioteca, miro el tablero a ver si me dan ganas de hacer algo de todo lo que tengo que hacer... pero no. Me voy al baño, me miro al espejo, tengo cara de destrucción masiva, unas ojeras cavadas y muy simétricas, me miro (Guadalupe, seguís siendo la de siempre), salgo del baño, me sirvo café, el café está frío, el microondas desconectado. Ya no quiero café.
Me vuelvo a sentar acá, leo y releo lo que escribí y cada vez le encuentro menos sentido.
Guadalupe tenés la cabeza hecha mierda, qué pasó contigo mujer? Solías ser hermosa.
Y la verdad? No entiendo nada. Sólo tengo ganas de abrazarlo un rato. Abrazarlo un rato. RATO (tic-tac). No estás.
Ai Federico, si supieras que cuando pienso en vos el tiempo pasa al ritmo de un

t i c - t a c.

Cuando me doy cuenta un segundo fueron 3 minutos y así vengo desde que empezó Julio. Desde que no estás odio el frío, las bufandas, las narices coloradas.
Qué extraños que somos los humanos... nos acostumbramos demasiado a tener, a saber que mañana todo va a estar como lo dejamos hoy. Pero cuando algo no está donde lo dejamos, de golpe todo es extraño. Lo necesitamos más que nunca, no lo encontramos y el tiempo parece eterno mientras lo buscamos. Necesitamos más a las personas cuando sabemos que ya no están.
Qué loco, no? No estoy donde me dejé ayer. Y el tiempo sigue pasando, sigo sin encontrarme.
Tic-tac.





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