miércoles, 19 de diciembre de 2012

Esto

Yo sabía hacer bien esto... sabía de estas cosas... de escribir sobre cómo me sentía y descargar todo y no parar.
Quiero volver a intentarlo porque así soy yo, la chica de las mil oportunidades, la que lo intenta mil veces y no se da por vencida. (Siempre me creí la Mujer Maravilla).
Porque era la del corazón grande y la paciencia de oro, porque era la que calmaba la más profunda tristeza con pocas palabras. Porque era la que daba hasta lo que a mí misma me faltaba.
Siempre me creí la que no abandonaba, la que podía soportar hasta el dolor más profundo, hasta la traición menos esperada, la ausencia de las personas y su poca atención cuando hacía falta. Yo era la autosuficiente, la que perdonaba, la que no esperaba nada.
Soy la que hacía notitas en pedazos ínfimos de papel, sobre amores eternos y amistades interminables. La que entregaba todo a cambio de amor y una sonrisa. La que después de tanto volvió a creer en sí misma. Soy la que se hizo fuerte a través de derrotas, la que se puso curitas en las rodillas y volvió a caminar, la que volvió a caer y que en mal estado, se volvió a parar. Soy la que fue usada mil veces y nunca sintió necesidad de usar, la que fue traicionada y nunca decidió traicionar, a la que mintieron y nunca quiso ajusticiar lo malo de la vida, porque dentro mío el amor fue siempre más.
Soy la que nunca dejó de creer en las personas más allá del dolor que pudieran causar, la que logró apartarse del dolor aunque el dolor significara perder a quienes siempre me sujetaron desde muy abajo, pero la recompensa iba a ser mejor y la alegría iba a empezar a durar. A la que nunca le importó sacrificar si todo terminaba en felicidad. 
Soy la que tiene las rodillas más raspadas y el corazón en más pedazos, pero sigo acá, sigo porque sé quién soy y todo lo que dí fue lo mejor. Porque soy fiel a mis principios, a mis promesas y a mis palabras. Porque soy la mujer de mi propia vida y nunca necesité regalar dolor, nunca necesité cambiar de parecer, de palabras ni de discurso, porque soy tan clara como el agua.
Soy así y me encanta, porque no le hago mal a nadie, porque le doy todo a quien lo necesita, porque el que me busca me encuentra y al que algo le duele, mi ayuda tiene de inmediato. 
Porque nunca me molestó volver a empezar, porque nunca me costó perdonar y nunca me quise vengar de nadie. Porque mi orgullo es nulo y quiero retomar mi dignidad, porque al que le guste como soy está invitado a mi vida para siempre, y al que no, su vida le ofrecerá nuevos caminos, siempre puede volver a empezar.
Porque no soy perfecta pero sí doy lo mejor. Porque miro mis cicatrices y aunque me hayan dolido, las cargo con valor.
Porque no espero que nadie sea perfecto, pero sí que devuelvan lo que merezco.
Porque tengo interminables curitas para seguir caminando, porque yo soporto todo, porque no me doy por vencida conmigo misma. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Instrucciones para no se qué

Sentarse en el patio y prender un cigarrillo , no importa que no se fume, se prende igual, como yo, y hay que toser un poquito para volver a acostumbrarse.
Ponerse en posición de indio cruzando las piernas, si se quiere, se puede mirar hacia las zapatillas o un poquito más allá, a las baldosas... pero nunca levantar la mirada más del nivel de la cabeza. Todavía no se puede mirar el cielo. Duración promedio: 10 minutos.
Luego, cerrar los ojos como en las películas cuando la protagonista decide mirar el pasado y analizarlo.
Darle una seca al cigarrillo.
Respirar hondo y apoyarse bien sobre las nalgas, tirar la cabeza hacia atrás, no olvidar mantener los ojos cerrados y suspirar aproximadamente 6 o 7 veces seguidas, en intervalos semejantes, mientras tanto se debe pensar en la fuente del dolor interno que nos aqueja tanto y que nos hizo huir hasta el mismísimo patio. Repetir la seca al cigarrillo. Duración promedio: 6 minutos.
Atormentarse con ese recuerdo, con ese momento, dejar que el cosquilleo del llanto haga picar la naríz, repasar los movimientos y las palabras, volver a vivir cada segundo, volver a sentir cada dolor. No olvidar aguantar el llanto. Preguntarse cómo sería la vida si ese momento hubiera sido diferente. Duración promedio: 3 minutos. (Este paso es el que menos dura, pues, las personas somos expertas en lastimarnos a la velocidad del rayo a través de recuerdos).

Preguntarse ' ¿por qué? ' y desatar el llanto. Rodearse el cuerpo con los brazos en señal de auto-consuelo.
Llorar desconsoladamente y abrir los ojos mirando hacia el cielo y volverse a cuestionar ' ¿por qué? '. Tirarse hacia adelante, elevando las rodillas y protegiendo la cabeza entre ellas y los brazos, seguir llorando, sintiendo cómo las paredes del patio se cierran del mundo sólo para la protección de nuestra alma.
Duración promedio: 15 minutos.

Una vez llegada la calma, secar las lágrimas y prender otro cigarrillo en señal de descargo con la vida. Volver a suspirar 6 o 7 veces en intervalos semejantes. Duración promedio: 10 minutos.

Por último, reírse de la propia suerte mirando el cielo, levantarse y seguir con nuestra vida.