Ahí viene mamá pato

No siempre se puede jugar a ser fuerte, no? A veces hay que dejar de pelear en contra de la vida misma que te está gritando en la cara "Caete idiota, caete y levantate a ver si sos tan fuerte como decís. Payasa." Está bien, you score vida, me voy a caer.

(Decepcionante darse cuenta de que por más que hagas fuerza en contra de una pared, la pared no se va a mover. Vamos Guadalupe, no sos la Mujer Maravilla).

Ok. Hola vida, acá estoy tirada en el suelo, me tiré cual soldado haciendo cuerpo a tierra pero no me estás ayudando a levantarme loca, no me ayudás. Qué onda con vos? Ya sé que voy a levantarme, ya sé que después de la tormenta sale el sol, pero hija de puta, me estás mostrando cada vez más truenos y me tirás granizo en la cara y no soy de piedra, sabés?

Me cago de risa en tu cara cuando las cosas me están yendo bien... pero vos te vas a la mierda, te me cagás de risa, me quitás de acá, me cambiás de allá y no vieja... esas cosas me hacen mal.

Creo que soy el último patito de tu fila, Doña Vida-mamápato... soy el patito feo, el moquero, el que se cuelga mirando al pasto y vuelve corriendo a la fila por miedo a perderse. Soy el patito valiente, el de las aventuras, el que cree que se las sabe todas pero que a veces olvida que tiene alas y que intentar volar siendo sólo lo que soy, sólo puede terminar en una caída dolorosa, en curitas y alcohol, en una computadora y un Blog.

I know, de las caídas se aprende, pero es que ya tengo las rodillas muy raspadas! Dame una alegría pedazo de forra, dejá de reírte así en mi cara, dejá de meterme el dedo en el ojo, el palo en la rueda. Dejá de darme una vereda en mal estado, medias alegrías y muchos motivos para escribir.

Soy valiente, soy fuerte, sé que lo soy. Pero los patos también lloran y mirá de qué manera.

Conchuda.