jueves, 12 de agosto de 2010

14 de Junio de dosmiL1O .-

Me puse un chaleco con resortes para amortiguar cada caída, para evidenciar mis pocas ganas de seguir este camino en el que simulaba que nada me importaba, que nada malo podía voltearme, que podía valerme por mí misma. Y me di por vencida.

Y me hice inmune al dolor del amor, de la traición, de la soledad. Me hice su amiga, cada vez que venían los invitaba con algún trago fuerte, así al día siguiente le echaba la culpa al dolor de cabeza y la resaca. Y de vez en cuando ya me sentaba a esperarlos sonriendo y desafiándolos: A ver, qué más tienen esta vez? Ya los tengo incorporados, ya no pueden hacerme daño. Pero siempre encontraban un lugar que nunca habían roto, que no tenía cicatríz, que todavía estaba sano.
Y mi habitación pasó a ser el baño, y mi cama debajo de la ducha, me podía engañar fácilmente diciendo que las lágrimas eran sólo agua que terminaban en las cañerías, y los ojos rojos un poco de shampoo inoportuno. Y me sentaba debajo del agua, el calor del vapor simulaba un abrazo y abrazar mis piernas simulaba mi almohada. Bienvenido dolor, bienvenida soledad, ya los extrañaba.
Y veía las sonrisas y risas auténticas ajenas que me iluminaban los días, ajenas pero que sentía como mías. Sonrisas de personas que me sostenían y me recordaban lo divertida que podía llegar a ser la vida. Y sin saber por qué, a pesar de todo, me di por vencida. El dolor siempre encontraba una nueva forma de entrar, desgarrar todo a su paso y hacer triunfante su salida dejando un cuerpo encogido con un llanto ahogado debajo de la ducha del baño.
Y caminé con los ojos cerrados y los brazos extendidos tratando de encontrar otros brazos que me sostuvieran en mejor estado. Y encontré sus dedos, me aferré a sus brazos, reemplacé mis piernas por su torso y el calor del vapor por sus abrazos. Y el tiempo me hizo ver que nada duraba para siempre. Bienvenido amor, bienvenido dolor, no los esperaba.
Y esta noche salí a caminar con la llovizna golpeándome la cara y mezclándose con las lágrimas, me senté en la plaza y me quedé mirando a la nada, entre en llanto me reía de mi suerte, y me di por vencida. Me hice inmune a la vida.

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